14 ene 2010

East London, primeras impresiones...

East London lluvioso y tanguero...
¡Eastern Cape qué bueno que estás!
Luego de sólo dos horas de sueño adentro de un auto, una caminata por East London bajo una lluvia intermitente e infinita, puede resultar un pasaje a nuevas y muy interesantes experiencias. De por sí la ciudad es muchísimo más relajada que todas las que veníamos atravesando y la raza predominante es en un 90% negra. La vida transcurre en silencio, inclusive en pleno centro, donde la gente pareciera moverse sin apuro. Los espacios son mucho más nítidos, la ciudad se deja ver, y se descubre ante los ojos: prolija, paciente y mesurada .


Steve Biko, prócer  y heroe sudafricano...
Esos edificios burocráticos...
Iglesias, ríos por doquier, barrios que parecen tenebrosos pero no lo son, gente trabajando, gente alcoholizada, y un primer y llamativo sentimiento de sentirse observado por el color de la piel. Es raro, muy raro, y extremadamente raro, que la gente te vea y balbucee cosas en incomprensibles idiomas, seguido por risas provocadas por el hecho de que uno es tan blanquito.

Es difícil entender si se ríen con onda, o te estan propinando un categórico delirio. Anyway, no deja de ser interesante enfrentarse a todo tipo de sentimientos, y tener que actuar en consecuencia como mejor uno pueda... ya sea sonriendo, "gringueando", o escondiendo la mirada atrás de un par de lentes negros. No Claramente no por casualidad sonaba en los audífonos “Negra es mi alma, negro mi corazón”.

Durante la caminata me encontré además con una pequeña universidad, una estación de tren en impecables condiciones, y con una sensación de tener pleno acceso a la vida de East London, como desnuda, así tal cual es. La estación de policía, los pibes yendo al colegio, la gente haciendo las compras. Fue definitivamente un quiebre energético que declaraba que era momento de empezar a intentar comprender más profundamente el país, y sacar a relucir la pasión por hacer lo más provechos posible nuestro viaje.

Cuando di por terminada la caminata, ya era mediodía. Me encontré con la troop y decidimos intentar reencontrarnos con Daphne. Fuimos a tocar el timbre, y a los segundos apareció, reluciendo una tranquilidad que dejaba entrever que nos estaba esperando. Nos acogió con una familiaridad que muy pocas personas son capaces de contagiar. Detrás de ella estaban sus mascotas dando también la bienvenida. Nos sentamos a charlar y nos convidó café y una torta de chocolate que se hace en seis minutos. Un lujo total.

Tenía un compromiso laboral que atender, por lo que arreglamos que al finalizar nos llevaría a dar una vuelta por East London y luego nos mostraría una buena cantidad de material de archivo que guardó durante muchos años de la época en que Sudáfrica vivía bajo el sistema del Apartheid. El material ya se veía listo para ser escarbado sobre la mesa del living. La carpeta negra, ancha y llena de cosas sueltas, era la pequeña cajita de Pandora que estábamos esperando abrir.

Niebla, nubes y playa...
A las cuatro entonces comenzó nuestro periplo por algunos rincones de la ciudad. Con una habilidosa forma de pilotear entre las montañas, Daphne nos fue conduciendo por puntos estratégicamente perfectos para que pudiéramos observar la ciudad desde las mejores perspectivas. Recorrimos el puerto, llegamos hasta el punto de unión del río y el océano, y visitamos distintos sitios históricos. De todas maneras lo mejor quedó para el final cuando desembarcamos en una taberna.

Un lugar muy colorido donde la gente se emborracha día y noche, y donde también se sirven platos típicos Xhosas. Los Xhosas son la población negra de esta parte del país, gente muy cálida y tranquila, que hablan el idioma homónimo, el que creo es casi imposible de aprender o entender. El restaurant estaba comandado por una negra de buen porte y de trato muy amable.

La cueva...
Luego de un rato de charla, nos comprometieron para ir a comer el día siguiente, pero como muestra gratis, nos dieron a probar un poco de gallina, de vegetales, y una tripa de oveja que por dios que fea que es. El momento fue muy grato, pero en nuestras cabezas sonó el timbre que anunciaba peligro del típico anzuelo caza bobos. Algo olía mal en tanta buena onda y definitivamente no era la tripa de oveja.

Una vez que finalizamos el minitour, nos volvimos a la casa de Daphne y nos quedamos charlando un rato sobre el Apartheid, intercambiando fotos, cartas, y algunos testimonios extraídos directamente del corazón de la prisión de Robben´s Island. Luego de ver tanto material tirado y desordenado en la mesa, a nuestro workaholic favorito, Federico Marcello, no le quedó otra que empezar a idear un documental.

"Con todo el material que Daphne nos estaba mostrando, y una cierta cantidad de entrevistas complementarias a lo largo del recorrido, algo bueno podíamos sacar". La idea incentivó muchísimo al grupo, a punto tal de escuchar una pregunta a Daphne que sonó así: “Do you know where does Nelson Mandela live now?”... Un poco pretencioso, pero por un momento nos vimos dándole la mano al personaje más destacado del país, sólo por un minuto lo logramos visualizar, sólo por un minuto.

Juli y ese típico gesto fumón...
En ese momento le propusimos a Daphne hacerle una entrevista bien preparada en los días siguientes, a lo que ella accedió con predisposición y mucho gusto. Nos despedimos, salimos por la puerta energética llena de piedras y cosas para la buena onda y: “chauchas, hasta la mañanita”En sólo cuatro casas de diferencia cerramos el telón, nos sacamos el switch documentalista y entramos en la posada en un plan muchísimo más lúdico. Ahí vimos como nuestra anfitriona Natasha se tomaba el cuarto whisky a la vez que decía: “Just a little one, only for relax”. Lo mejor aún estaba por llegar.

Daphne, Fede y Pablito obnubilados en el bar...
Potjies, cocina típica sudafricana...
La noche transcurrió tranquila. El día coronaba un volver a empezar por el encuentro con algo más real, por el acercamiento a la historia del país, a sus costumbres, a la invitación a comer al pub, y nos terminaba regalando un final para una novela mexicana con una vieja borracha que empezaba a mostrar la hilacha.

En el hostel había diez adolescentes holandeses, un americano algo sordo, pero con audífono, y nosotros que pululábamos entre risas y cansancio, comiendo y terminando un día que resultó particularmente distinto. Bienvenidos al Eastern Cape. En el siguiente post "guarda que te hacen la gran Africanita", y luego, Natasha y familia, nos regalan un cierre a todo trapo. Hasta entonces...

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