10 oct 2010

Zanzibar, la clandestinidad al palo hacia una isla espectacular...

Esperando zarpar a Zanzíbar...
Llegar hasta la isla de Zanzíbar puede ser un mero trámite o una aventura que uno siempre guardará en el corazón. La primera de las opciones cuesta entre 20 y 35 dólares (por tramo) en cualquiera de los catamaranes que insistentemente ofrecen miles de comisionistas que andan repartidos en las calles, intentando "raptar" a los turistas y meterlos dentro de alguna de las empresas que ofrecen el servicio. La segunda cuesta un poco más de vida, decisión y tiempo, pero la retribución es pura satisfacción, más el ahorro de al menos 100 dólares, que más tarde pueden utilizarse en lo que carajos a uno se le antoje... o simplemente guardarlos en la caja del rata permanente.

Digo el ahorro de al menos 100 dólares, porque para esta etapa, y por lo menos por algún tiempo, se ha anexado al viaje un español, oriundo de Canarias, que conocimos en el baño del YWCA (no piensen mal), y que por esas cosas de los viajes y la buena onda, fue anexado desde el primer momento como una parte más del alocado grupo continental. Juan lleva tres años fuera de su casa trabajando en distintos países, y se acercó hasta el continente con muchas aventuras lindas para compartir. Presentado formalmente, nos damos la habilitación para proseguir.

Juan y Vico en el bar del YWCA...
Tanzania se muestra como el país más turístico luego de Sudáfrica. Por esta razón y porque el contraste económico que hay entre los tanzanos y los turistas es muy grande, existe la política de precios diferenciados para una gran cantidad de actividades y servicios. Por este motivo también, los circuitos en los que el turista se puede mover son muy limitados y cuidados con muchísimo recelo.

Hay actividades que se cobran exclusivamente en dólares, y demás está decir que la diferencia entre el costo para tanzanos y extranjeros sobrepasa los límites de la ridiculez. A modo de ejemplo: el costo del viaje a Zanzíbar para un tanzano es de tres dólares, cosa que además uno sólo se entera si pregunta a un millón de personas y se tiene la suerte de una respuesta cómplice; para el turista es de 20 a 35 dólares.

A su vez, a Tanzania no le interesa la visita de turistas sin un peso como es nuestro caso. Sigue la linea de pensamiento de las personas que razonan: "si no tengo dinero no viajo", y en cierta forma, prefiere que te vayas. Pero esta troop no reniega de los desafíos y de las condiciones que le imponen, y tampoco es tan fácil echarla. Más bien se estimula y se dedica a buscar alternativas, y en esa búsqueda feroz, es donde llegan las mejores aventuras. Es por ello entonces que: gracias Tanzania por tu inflexible rigidez.

Camuflados adentro del barco...
Todo empezó con la idea de: "¿Y si vamos en un barco pesquero... mercante?... algo debe haber..." y así fue que encontramos nuestro primer escollo en el camino, un tanzano ladri que nos presentó a un enano que decía ser marinero, que además decía tener un barco, y que además rumoreaba que por la mañana saldría hacia la paradisíaca isla. Decidimos darle una chance porque había bajado el costo a diez dólares por persona, lo que multiplicado por cinco, nos daba cincuenta, o sea, un montón de guita ahorrada, o sea, ¿qué mas da?.

Llegamos al encuentro exactamente en la hora convenida, previa movida turbia en el hotel y previo paso por el mercado para comprar algo de comida para el viaje. Como era presumible, nuestro parlanchín tanzano no se decidía a aparecer. Cuando estábamos a punto de tirar la toalla y matar las esperanzas, se lo vió renacer desde las tinieblas en la esquina pactada, alegando una serie de historias que involucraban policías, guardia marina, permisos para pasar y un capitán que no quería recibirnos en el barco.

En el puerto...
Luego de una visita a la guardia costera, una discusión con algún que otro seguridad, y alguna que otra autoridad, nuestro querubín hijo de la pavada desapareció corriendo cuando lo amenazaron con que lo iban a meter en cana. Así fue que de segundo al otro nos quedamos sin barco, sin lugar para dormir, y por el momento, sin isla. Pero como no hay mal que por bien no venga, entre las discusiones y charlas con las diferentes autoridades, logramos averiguar el costo para tanzanos en los buques mercantes.

Con ese pequeño tesoro entre manos decidimos comer algo en lo de un hindú buena onda, y tirarnos a descansar, y esperar durante el amanecer, la aparición del famoso barco mercante en cuestión. (Un agradecimiento especial para los dos seguridad que nos dejaron guardar los bolsos en el lugar con más mosquitos del mundo y nos dieron un espacio para tirarnos un ratito a descansar).

Acomodando la mercadería...
El hombre de la bolsa...
Desayuno y fuerte cansancio de por medio, salimos hacia el puerto con el primer atisbo de sol y nuestra pequeña esperanza de conseguir el viaje por los tres dólares correspondientes. En el puerto encontramos de todo: gente buena onda, seguridades que cambiaban los argumentos cada diez segundos, gente muy mala onda, fiscalizadores de turistas, gente que pedía algo y vendedores de boletos que decían no tener boletos. Todos alrededor nuestro, fraguando datos, mintiendo, validando, pero todos colaborando fuertemente al enloquecimiento y desmoralización grupal.

En fin... hay momentos en la vida de una persona, o de un grupo de personas, que solamente se definen por la convicción y las ganas de lograr un objetivo, y este fue uno de los ejemplos modelo de esos casos. Cuando las esperanzas se empezaban a perder, cuando ya todo el mundo revoloteaba alrededor, cuando la confusión y el caos en la información gritaban contradicciones a los cuatro vientos, las cinco personas que estabamos ahí sentadas decidimos pararnos y simplemente pasar.

Nos miramos a los ojos, y con la premisa de caminar y no dar un sólo paso atrás, pasamos a través de todos y cada uno sin siquiera mirarlos, como no reconociendo sus existencias; y aunque algunos nos gritaban y otros preguntaban cosas, íbamos decididos a no escuchar. Como por arte de magia entonces, y con la ayuda de un poco de pelotas y de voluntad, en no más de cinco minutos nos encontramos con nuestras humanindad dentro del bendito barco, jsutito en medio de un montón de tanzanos que nos miraban muy sorprendidos, pero muy cálidamente... sin objetar.

Navegación nocturna...
Lo más gracioso del evento fue que a último momento nos vinieron a cobrar, pero entre la confusión de la partida del barco, y una serie de malentendidos que jugaron a nuestro favor, terminamos haciendo el viaje gratis. el cansancio acumulado, la noche sin dormir y la cierta mala sangre que nos habíamos hecho hasta llegar hasta aquí, se compensaron con la satisfacción de haber logrado un objetivo más. No sé si tenemos muchos registros del barco, pero lo que sí se, es que en este caso, las fotos no son necesarias. Es uno de esos eventos que aunque quisiéramos, nunca nos vamos a poder olvidar. Gracias por leer. Un abrazo para todos...

La costa de la paradisíaca Zanzíbar...
Un poco más de lo mismo...
Un poco de los medios de transporte tanzanos... 
Las Dalha-Dalha (Minivans) y los Piqui-Piqui (Motocicletas)...

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