12 dic 2011

Tel Aviv, recorriedo y reviviendo…

Tel Aviv: gente alrededor del nuevo Mesías...
En un determinado momento nos vimos hasta casi disfrutando de nuestro profundo linyerismo por las calles. Estos días a la deriva transcurrieron en la longitud de una importante calle céntrica llamada Allenby, que se extiende atravesando gran parte de la ciudad hasta desembocar en el mar MediterráneoCon dos pequeñas mochilas al hombro, y un par de bolsas de dormir como armas de guerra, esparcimos nuestra desintegrada humanidad en largas recorridas diurnas y nocturnas, en busca de impregnarnos de aquel nuevo y complejo espacio que nos encontrábamos transitando.

En principio debemos recalcar que Tel Aviv es más parecida a cualquier metrópoli occidental que a sus homólogas árabes. Una gran cantidad de bares y de restaurantes “cool” son el sello característico de las avenidas, que además ostentan un movimiento casi perpetuo durante gran parte de la semana, dejando entreveer una economía que si bien nunca llega a la abundancia, es a lo menos próspera.

Tel Aviv céntrico...

Espacio típico de la calle Allenby...
A orillas del Mediterráneo cerca de Old Yaffo...
Buses grandes, medianos y pequeños, mucha gente en monopatín a motor, y gran cantidad de autos último modelo, adornan el pavimento y la visual, atravesando shoppings de considerable dimensiones, bellos mercados, y una gran cantidad de licorerías, donde se puede ver gente a toda hora, preparando la joda nocturna. Pero como siempre lo interesante no es nada de esto, sino la gente que uno se puede encontrar recorriendo las calles de Tel Aviv, que en primer lugar, y para ser una pequeña metrópolis, alberga una cantidad de locos bastante anormal por metro cuadrado. Locos de todo tipo, pero algunos más llamativos, o más delirantes, o mucho más locos que otros.

Contando entre los más conocidos para nosotros, podemos nombrar en orden de aparición: al loco que habla solo todo el tiempo, al que camina casi en pelotas por la calle en su pedo biónico, el que te mira y te putea, o el que se tira en el medio de alguna avenida a llamar la atención; pero Tel Aviv además, y según vimos y presenciamos, alberga un tipo de loco particular, unos locos modelos 2000 AD, y son el tipo de locos que se creen el Mesías, o Mesiah, o como caranchos se pronuncie en hebreo.

Loco modelo 2000 AD, salvador algo turbio con minita incorporada...
Capo en monopatín a motor...
Claaaroooo... nosotros llegamos re tiernos e inocentes y vimos un tipo sentado en la calle con una túnica, barba y ciertos ornamentos que referenciaban sin dudas al mucho más que bien conocido Jesús, y como es de prever, nos quedamos admirando, porque además de gracioso por todo concepto, no estaba sentado solo, sino que lo rodeaban tres perejiles de tamaños extra siderales que lo seguían en su giganto pelotudez. Un cuadro tremendamente llamativo que se completaba con un mega poster ploteado de su divinidad en pose redentora... y como si fuera poco, con un libro que dejaba en el suelo, ahí nomás, delante de su inmaculado ser, que no era nada más ni nada menos, que una biblia de su propia autoría.

Cuando logré terminar de interiorizar tan tremendo cuadro, casi lo aplaudo y me siento a predicar con él, para intentar ayudarlo en su negocio tipo iglesia universal y sacar unos mangos, pero me di cuenta que el chabón estaba más cagado de hambre que nosotros, y que además, en Israel debe haber un montón de competencia para este tipo de eventos; así que nos quedamos tranquilos, nos sentamos en un banco a una distancia prudente y nos dedicamos a registrar todos sus ciertamente cuestionables movimientos.

Mientras veíamos cómo algunos judíos muy ortodoxos se acercaban a putearlo, y los judíos cero ortodoxos se le cagaban de risa en la cara, le sacaban fotos, y lo trataban como a un espécimen, se nos acercaron un par de personajes que al vernos tan estupefactos, nos explicaron que esto pasa mucho, más particularmente en Tel Aviv, y que según datos no del todo verificados, hubo o quizás todavía hay, loqueros especiales para estos capos que se creen “El Mesías”.

Fanático religioso vendiendo espejitos de colores...
Para completar el cuadro religioso, debemos decir que también vimos algunos de estos rabinos que se dedican al lucro suministrando elementos de primera necesidad y urgencia, para quienes andan por las calles y se les da por rezar, y otros que dicen portar conocimientos y enseñanzas provenientes de algún pasado milenario, que te van a mostrar algún tipo de iluminación mega rara. En fin, ni más ni menos que la misma y aburrida huevada mundial de la religión institucionalizada, que te guía, te salva y te muestra la verdad, pero en un lugar que es mucho más divertido de experimentar. De los circos, muy probablemente el mejor.

En un momento, luego de contemplar tanto loco suelto y tanta mina linda, te entra el hambre, y para eso no hay nada mejor que los mercados que serpentean algo clandestinos distintas áreas de la ciudad. Musulmanes, judíos, y seres de otro planeta se dan cita en estos espacios donde el cuidado estético de las frutas, verduras, quesos y carnes que se exponen, roza la perfección. 

Es una delicia para los sentidos caminar entre tanto color, tanta frescura, y tanto detalle en la más mínima hogaza de pan. El paladar imagina, los sentidos enloquecen, y dos minutos más tarde uno tiene que, o retirarse, o focalizar en la compra, sino quiere terminar de transformarse en baba. Ir con las ideas poco claras a estos mercados significa sufrimiento o derroche. Por último, quiero realizar una mención especial al increíble tamaño de las frutas, que reflejan los avances tecnológicos israelitas en lo que a sistemas de riego, aprovechamiento de espacio y calidad del producto se refiere. Destacable y tremendamente rico.


Frutillas por millón...
Quesos para todos los gustos...
Alguno de estos días de recorrido a la deriva, ya totalmente resignados con nuestro vagabundismo extremo, recibimos un mensaje de una de nuestras amigas israelitas, una compañera de aventuras en Mozambique y Malawi, que nos invitaba a una salida vaya uno a saber que antro mundano nocturno, y que aceptamos mucho más que plácidamente. Nos dimos cita en alguna conocida intersección apenitas pasada la hora de la cena hebrea.

Netta llegó con su alter ego, Anat, y juntas nos miraron de forma muy rara y tremebunda, cuando nos descubrieron sentados como dos maricones, con nuestras mochilitas al hombro y dos bolsas de dormir. La piel ya la teníamos un toque corroída y el aspecto general seguramente no era el mejor. Luego de analizarnos y preguntarnos porqué carajo andábamos en horas nocturnas portando tal caudal de pelotudeces, se imaginaron lo obvio y nos hipotecaron nuestro callejerismo extremo por camas, por el resto de la estadía.

Con amiga no identificada, Netta y Anat...
Luego de una noche de antros varios, amigos nuevos, y la primer experiencia nocturna en Tel Aviv, terminamos con nuestras humanidades depositadas en la casa de Anat, lugar que compartía con su amigo Amit, en una de las camas más aplaudidas y necesarias del último tiempo; llenos de calor de hogar, de cordialidad y de suspiros de tranquilidad que denunciaban la vuelta a la vida urbana y el alejamiento del linyerismo. Tremendo es poco.

La mañana sigueinte nos despertamos, y hermanados con Amit, tomamos la gran decisión de que era un día para perder, y como la cerveza es ridículamente cara, nos tuvimos que meter de lleno, al consumo desmedido y abultado de una bebida llamada “Arac”, que no es más que un destilado de anís, que mezclado con jugo de mala calidad, se deja tomar muy fácilmente, cumple su cometido holgadamente, y te vuelve adicto rápidamente.

Néctar divino de la tierra prometida...
Estuvimos unos días instalados en la casa de Anat en un barrio “bohemio” llamado Florentín, infectado de vida nocturna, calles llenas de bares y gente en pedo por todo concepto, pero eso sí, muyy tranquilo y armónico a la vez. Durante estos días realizamos recorridas monumentales por toda la ciudad, visitamos Old Yaffo (el antiguo asentamiento musulmán de Tel Aviv) y nos dedicamos a disertar sobre todos los estímulos informativos y culturales que Tel Aviv tiene para mostrar.

Fuimos invitados a nuestra primer cena de Shabat, celebración que toma lugar cada viernes, y que suelen ser una real bendición para el paladar, el cuerpo y el espíritu. En la casa de la madre de Netta, y en compañía de su familia y Anat, degustamos la mejor comida de los últimos cuarenta días del viaje. Recuerdo que comí unas cinco deliciosas milanesas de pollo, que como todo el mundo sabe, en Israel las llaman Schnitzel, y cuyo gusto aún puedo saborear en mi memoria. Eternas gracias a la madre de Netta que resultó ser un fenómeno absoluto.

La última parte de esta primer estadía en Tel Aviv, antes de ir a visitar a otro de nuestros amigos al pequeño asentamiento montañoso de Yodfat, la pasamos en la casa de Netta, en un barrio mucho más céntrico y en cierta manera más glamouroso. Acá ya terminamos de ubicarnos y de recuperar la forma humana. Bien comidos, bañados, con ropa limpia, televisión, internet y la hermosura circundante de Netta y sus amigas, que adornaban un espacio al que no le faltaba para ser perfecto.

Old Yaffo...
Minarete y Mediterráneo...
Edificio musulmán en Old Yaffo...
Humus va, chai viene, siesta mediante, guitarra, tambor y puteadas varias a Federico Marcello que dilataba su llegada, fuimos decidiendo que era hora de cambiar un poco de ambiente, no sólo para no hacer el papel de ratas invasoras, sino también para mover un poco la cola y seguir observando qué pasaba en Israel. El último detalle que nos llamó la atención fue un barrio que descubrimos luego de un encuentro con la Neta pariente de Juli, a quien fuimos a visitar alguna de esas tardes cualquiera. Al comenzar nuestro regreso hacia el centro, nos topamos con este extraño lugar que no tenía un pedo que ver con Tel Aviv

Rápidamente caímos en cuentas que era un barrio constituido en su totalidad por inmigrantes. Los había de varias partes del mundo, pero principalmente de Indonesia, Etiopía, Sudán, Guinea... y vaya uno a saber cuantos países más. Daba la sensación real de no estar dentro de Israel. Comercio más que fluido, mucho más económico, y lleno de tranzas clandestinas que se pueden resumir en: facilitamiento de visados, mesas de dinero, tráfico de cosas por todo concepto, y una cantidad ridícula de puestos de venta de alcohol. Gente que llegaba, gente que se iba, y gente vendiendo calzoncillos y medias a las diez de la noche en la calle. Un típico barrio de inmigrantes, pero llamativamente escondido y absolutamente inentendible por algunas de las nacionalidades que pudimos identificar... en fin... quedará para algún análisis futuro...

Nos fuimos retirando entonces, ya que Daniel nos había pedido que llegáramos en cierta fecha porque quería recibirnos como “nos merecíamos”, mostrarnos “su pueblo”, del que además de recalcarnos el orgullo que sentía, nos dijo que nunca nos íbamos a poder olvidar. Así que ante tanta promesa, lo único que restaba era volver a levantar el dedo y ver que aventura del más allá nos esperaba a escasas dos horas de viaje. Un abrazo y gracias por vagubundear con nosotros... Hasta la próxima...


Me voy yendo a comer un guche... Hasta la próxima...

1 comentarios:

  1. jajaj me encanta vagabundear con ustedessssss!!!
    me hecho, me dedico aprox 1 horita x día en el laburo a rascarme x estos lares jaajja

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