19 dic 2011

Viaje por África revisited by Federico Antonio Marcello...

“Nosotros tenemos la alegría de nuestras alegrías y también tenemos la alegría de nuestros dolores. Porque no nos interesa la vida indolora que la civilización del consumo vende en los supermercados. Y estamos orgullosos del precio de tanto dolor que por tanto amor pagamos. Nosotros tenemos la alegría de nuestros errores, tropezones que muestran la pasión de andar y el amor al camino. Tenemos la alegría de nuestras derrotas, porque la lucha por la justicia y la belleza vale la pena también cuando se pierde. Y sobre todo, tenemos la alegría de nuestras esperanzas en plena moda del desencanto, cuando el desencanto se ha convertido en artículo de consumo masivo y universal. Nosotros seguimos creyendo en los asombrosos poderes del abrazo humano”…

Marcello recién arribado a Tel Aviv...
Volvimos de Yodfat de la misma manera que arribamos, pero mucho más contentos que antes. Dedo va, dedo viene, pestañeamos y ya estábamos nuevamente en Tel Aviv. Israel tiene algo magnífico (al menos para nuestra situación y nuestras posibilidades económicas), y es el hecho de que viajar de una punta del país a la otra, puede llevar a lo sumo siete horas en auto. A cualquier lado que a uno lo inviten, a cualquier ciudad que se tenga que ir, si se tiene una novia en la otra punta, no importa... sigue estando cerca.

Es curioso de todos modos el hecho de que para el gran porcentaje de los israelitas que nos cruzamos, esto no sea tan así. Para ellos implica a veces un trauma moverse a una o dos ciudades de distancia, lo que indica que en cierta forma, y dependiendo de cuánto espacio se disponga para moverse, las percepciones se conforman de manera muy distinta. La paradoja constante en muchas situaciones que la vida ofrece... A veces lo que para uno está muy cerca, para otros es inalcanzable... Todo depende de cómo se mire y cómo se encaren las cosas.

Netta... la mágica y eterna Netta...
Apenas llegamos nos encontramos a Netta, y ahí nomás y como si fuéramos parte de la familia, nos entregó las llaves de su casa diciendo que tenía algo que hacer y que después nos veíamos. Tan genia y tan linda que no puedo ahondar en detalles. Llegamos, organizamos un poco la vida y nos dedicamos a esperar la llamada de Fede, una persona que nunca pasa desapercibida y que definitivamente cambia la energía de cualquier grupo en el que se inserta... para bien y para mal, pero que nunca olvida el condimento mágico de la vida, y por suerte siempre que llega, lo hace con grandes dosis de quilombo bajo el brazo.

El aire nuevo que aportaba la llegada de un amigo tan entrañable como Fede era un motivo de esperanza, de resurrección, de orgullo, de cambio de energía total de grupo. Y más aún, cuando este troglodita inconsciente, aterriza nuevamente con su cámara filmadora último modelo, anunciando que vamos a buscar un documental en tierras hebreo musulmanas, y que además, vamos a seguir viaje todos juntos hasta la India... Y ¿adivinen qué?... A encontrarnos con otra giganto amiga que también nos estaba viniendo a visitar. Cartón lleno y un anuncio de que la India iba a ser un desastre. Este viaje es una joda galáctica, y cuando nos toque parar, va a ser un bajón del tamaño de la Vía Láctea...

Pero todavía faltaba bastante para eso, así que nos metemos de nuevo en el relato. Federico llamó y dijo: “Mañana a la noche estoy allá”. Nos escupimos las mil emociones que nos invadían por teléfono, le comenté lo tremendamente linda que era Netta, nos mandó un mail con la confirmación de las fechas, lo leímos, chequeamos las fechas y nos sentamos a esperar nerviosos.

Había un tema que nos preocupaba bastante de su llegada: el hecho de que traía visas para un par de países de medio oriente, por lo que teníamos miedo que le rompan demasiado las pelotas en migraciones. Por esto pusimos a funcionar todos los métodos posibles de contención, entre los cuales el primero era lógicamente estar en el aeropuerto por si algo lo demoraba. Los demás consistían en datos de amigos en Israel, el lugar donde estábamos parando, y una seguidilla de argumentos convincentes y bastante efectivos para marear a los señores de migraciones.

El avión, para nuestra desgracia, llegaba a las dos de la mañana, por lo que no íbamos a dormir un carajo... tampoco importaba tanto. Agudizamos nuestros pies y los pusimos a caminar hasta la estación de tren, el medio de transporte más fácil, más cercano a nuestra morada y más directo para llegar. La noche estaba lluviosa y fría, y ciertamente salir del calor del hogar daba muchísima paja... pero no importaba... ¿qué va a importar?... si llegaba Fede...


Mientras esperamos el tren, metiendo un bocadito pa' aguanta'...
En alguna estación...
Capítulo aparte los trenes israelitas. Aunque salen un ojo de la cara por un viaje de unos pedorros quince minutos, son super modernos y están muy bien mantenidos y equipados. Tienen asientos con tapizados lindos, son grandes, limpios, automatizados por donde se los mire y no están escritos ni maltratados en las paredes. Tienen mesitas para comer, un lugar para poner refrescos y otro montón de cosas más que no pude utilizar. Lo más criticable si se me permite, es que no hacen el típico ruido de vías... "cla, clá... cla, clá" lo que le roba cierta esencia al hecho de mirar por la ventana, y anula un poco los sentimientos de encuentros y despedidas que se condensan tras ese típico ruido tanguero... pero bueno, el resto perfecto.

El aeropuerto de Tel Aviv...
Llegamos al aeropuerto y una vez que ubicamos la pantalla de arribos en inglés, nos sentamos enfrente de la misma a leer y esperar. Lo primero que me sorprendió y me llamó la atención fue el equipo de azafatas que bajó de un vuelo de Ethiopian Airlines. Hermosas todas. Puteé para adentro cuatro veces seguidas a la cara del señor migración que nos había rebotado en la frontera unos meses atrás, y con la indignación apaleada por ello, me volví a relajar. Después me colgué mirando las máquinas de refrescos y chocolates, que novedosamente para mí (que nunca estuve en un país del "primer mundo"), contaban con la opción de pagar con tarjeta de crédito... “Mirá Juli, ¿viste esto?... se puede pagar con tarjeta”... Me sentí super paisa.

Después me puse a mirar la comida de aeropuerto, que siempre es tremendamente mala y que generalmente los precios la terminan de hacer espantosa e incomible. No había excepciones en este caso... un horror. Cuando estaba buscando con qué más hacer tiempo para no caer en la tentación de analizar toda mujer que pase, me di cuenta que estaba pelotudeando demasiado y que Fede no salía por la puerta de arribos, y en ese momento caí en cuentas también, que el gordo estaba dormido en un banco y que ya todas las personas habían desembarcado. Preocupante.

Nos pusimos en sintonía con el nonae y decidimos que lo mejor era ir a preguntar qué pasaba. Primero fue Juli y después yo. La respuesta fue la misma: “Federico Marcello no arribó en ese avión, no estuvo demorado y no pasó ningún puesto de control”. Puteé tanto, pero tanto por dentro, que gasté lo poco que me quedaba de energía. Intentamos un análisis de opciones hasta que finalmente nos iluminamos. “Perdón señorita, ¿el vuelo 658 que proviene de Roma, por casualidad es diario?”. “Sí señor, llega todos los días a la misma hora”... “Confirmado. Federico es un pelotudo mundial y se confundió la fecha”... “Vámono’ a la merda dogor”...

La hora malvada...
Volvimos bajo una lluvia tan tremenda y tan fría que todo lo que teníamos para maldecir y putear, lo multiplicamos por las gotas que nos caían, los autos que nos salpicaban, y cuán roja se iban poniendo las manos, la nariz y las orejas. Ni hablemos de la guita del pasaje de ida y de vuelta en tren que nos daba de comer una semana. 

¡Qué calentura que teníamos Fede! Te lo recuerdo una vez más por acá... pero bueno... pasó, como todo, como siempre... todo pasa. Así fue que nos entregamos a vivir un día por duplicado, incluyendo la lluvia y el frío, pero lo sorteamos muy rápidamente y lo que tenía que pasar veinticuatro horas antes, pasó veinticuatro horas después. Cuando le vimos la cara a este pedazo de forro apareciendo con esa impasividad por Israel, se nos llenaron de ojos las lágrimas... y viceversa, y se nos pasó todo. Un abrazo de un amigo es un remedio eterno.

Qué fuerte es ver a alguien que uno quiere tanto después de casi un año y qué fuerte e increíble es sentir reflejados en esa imagen todos los sueños que uno tenía cuando era un pendejo... que se cumplen y crecen y se siguen concretando. Hacer lo que a uno se le cante como sea, encontrándose con amigos, haciendo lo que te gusta y lo que no, pero conociendo, aprendiendo y viviendo este tipo de sentimientos y de encuentros que son un completo loquero. Me sigo pellizcando y todavía me cuesta creerlo y entenderlo. Infinito agradecimiento a la vida.

Pucho, abrazo y Marcello...
Pucho, abrazo y Marcello...
Y con toda este quilombo en el alma salimos del aeropuerto, y ahí nomás del otro lado de la puerta, nos fumamos veinte puchos lo más rápido que se pueden fumar veinte puchos, nos contámos las dos mil boludeces que nos aquejaban, las otras dos mil que nos ponían contentos, las dos millones que queríamos hacer e hicimos planes hasta el 2050. Terminado este quilombo de minitas cotorra, nos lo llevamos en tren hasta la casa de Netta y decidimos que Tel Aviv era demasiado para los estados emocionales de Fede, y acordamos de buena manera que luego de desayunar, de tomar dos mates, abrir la caja de alfajores y preparar el fernet para la noche, nos íbamos a pensar el documental al condado de Daniel. 

Sellamos un pacto de tranquilidad por un par de días para ubicarnos grupalmente, y luego de una pequeña vuelta por el centro para que Fede no se vaya sin oler Tel Aviv, nos metimos un par de sandwiches, armamos las valijas y le dijimos a Netta, que aunque no podemos creer lo linda que es, nos veríamos nuevamente en unos días, cuando Fede baje los decibeles del viaje y nosotros no podamos dejar de extrañarla. Entonces amigos lectores... Gracias por leer este post de amistad, de amor y de encuentros... Nos vemos en un par de días, cuando les presentemos el cronograma de inauguración de un nuevo documental intercontinental... ¡Hasta la próxima y salud!...


Bicis bonitas en la noche de Tel Aviv...

1 comentarios:

  1. ustedes me vuelven locaaaaaaa!!! siento qe estoy ahí todo el tiempo!!
    qe lindo el reencuentrooooo!!
    la unica cagada.... el aeropuerto de Tel Aviv, UN RANCHOOOOOOOOOO jajaja

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